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Cómo mejorar la presencia: esa capacidad de estar en el aquí y ahora (I)

Saber estar en el presente es una cualidad muy buscada por muchxs. En algunas profesiones, como el coaching o actividades que requieren mucha atención, como todos aquellos puestos de atención al público, educación o profesionales de la salud (aquí entrarían los del deporte también), tienen las habilidades blandas como ejes principales de desempeño.

Las habilidades blandascompetencias blandas o habilidades suaves, a veces denominadas en español directamente con el término inglés soft skills, son una combinación de habilidades sociales, habilidades de comunicación, rasgos de la personalidad, actitudes, atributos profesionales,​ inteligencia social e inteligencia emocional, que facultan a las personas para moverse por su entorno, trabajar bien con otros, realizar un buen desempeño y, complementándose con las habilidades duras, conseguir sus objetivos.

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A mí, personalmente, el término soft skills en inglés me repatea, teniendo en español tantos términos para describir este concepto. A mí me gusta llamarlos competencias o metacompetencias personales. Son competencias por ejemplo la escucha activa y la comunicación directa, mientras que denominaríamos metacompetencias aquellas actitudes que desarrollamos para llegar a conseguir la competencia en sí misma. En este caso, para conseguir la escucha activa necesitaremos potenciar la curiosidad y el respeto hacia las personas, y para la comunicación directa podríamos entrenar la determinación y la concreción en nuestra capacidad comunicativa. Son matices.

En este post te quiero destacar algunos aspectos que puedes trabajarte para mejorar tu presencia personal global, tanto contigo mismx como con los demás.

Estar presente de manera consciente y manejar tus propias habilidades, sin que te manejen ellas a ti, puede llevarte mucho más lejos este año con tus objetivos.

Apreciar el presente

Uno de los principales puntos es poder ser capaz de apreciar todos los elementos que existen en nuestro presente, sin ruidos, o al menos, siendo consciente de los ruidos internos o externos que puedan haber a nuestro alrededor. Para esto puedes tirar de una práctica como el mindfulness.

Ir al cuerpo

Observa tu cuerpo. Observa tus sensaciones corporales. ¿Qué señales te manda tu cuerpo ahora, en contacto con el suelo? Ser consciente de cuanto acontece en nuestro organismo nos puede dar pistas de qué sentimos, de qué podemos hacer para mejorar nuestra presencia. Si estás incómodx, alguna señal del cuerpo te pedirá que mejores tu postura. Si estás demasiado encalladx en la mente, a lo mejor un poco de actividad física puede acompañarte a salir del bucle.

Dedicar un rato cada día al cuerpo puede ser una solución para los bloqueos mentales y emocionales. De esta manera los estás llevando a otro terreno: quizá allí también puedan expresarse y liberarte un poco.

No hacer caso a todo lo que te diga la mente

A lo mejor tienes a tu mente diciéndote constantemente cosas que no estás haciendo y que debes hacer, o quejándose de lo que tienes e invitándote a salir de donde estás para ponerte con otra tarea más productiva. A lo mejor estás escuchando juicios constantemente sobre cosas que realmente te gustan: a tu voz interna le parece que siempre hay punta que sacar al lápiz.

No le hagas caso a todo lo que escuchas. Muchas veces es el propio veneno mental el que nos hace elegir caminos que luego descubrimos que no son los que mejor nos hubieran ido. Te propongo que antes de tomar decisiones basadas en pensamientos, las pongas en pause y las pases por el cuerpo (punto anterior). Siéntelas en tu cuerpo, deja que también haya más jueces en la palestra.

Escucha también lo que no es el cuerpo ni la mente

¿No te ha pasado que a veces hay algo dentro de ti que te dice que «por ahí no es», pero no puedes explicarlo? Algo como una corazonada o una intuición, un instinto. En ocasiones, estos impulsos te pueden sacar de un aprieto cuando no sabes qué decidir o a dónde ir.

Te invito a que puedas estar abiertx al misterio de no saber mediante una explicación científica o pensamientos racionales. Es posible que la solución al problema al que te enfrentes no sea un asunto de la mente o de la ciencia.

Haz caso a tus emociones

Las emociones son un terreno bastante complejo que todxs tenemos; en ocasiones las sobreescribimos con decisiones mentales que no tienen en cuenta cómo nos sentimos.

Quizá nos apetece estar con esa persona que tenemos delante, porque nos ha desatado un sentimiento de ternura que no podemos justificar.

Siéntelo y acepta ese deseo.

Sin pedirle explicaciones a la cabeza.

El lenguaje no verbal

Estás mirando a una persona con los ojos y hablando con ella, pero tu cuerpo está dirigido en otra dirección y hacia otra actividad. Aquí estaríamos hablando de un caso en el que el lenguaje no verbal no acompaña a la acción principal (estar en contacto con esa persona).

Es importante que puedas estar alerta con esto y ver si tu cuerpo está acompañándote.

¿Eres capaz de observar tu cuerpo y mantener las señales que este emite acompañando a la acción principal?

Esto te ayudará mucho si quieres conectar con tu interlocutor con mayor profundidad, haciéndole ver con el cuerpo entero que estás ahí plenamente. Sin mirar el móvil mientras.

Comunicación directa

¿Cómo puedes comunicar mejor con menos palabras?

Ahórrate los detalles y ve directo al grano: la persona que te esté escuchando agradecerá que seas directo y conciso. El chiste no tiene que durar el doble de lo que debería durar.

Hazte entender con la mitad de palabras de como lo harías habitualmente.

El silencio

No siempre las palabras tienen que llenar todo el espacio y el tiempo. Muchas veces, se entiende más por los silencios que conectan las frases.

Permite que haya un espacio tras las palabras de tu interlocutor: ese silencio, sostenido con una mirada por tu parte, le puede ayudar a la hora de llegar a conclusiones posteriores o una reflexión mayor, sin tener que intervenir directamente con lo que tú piensas.

Cuando estés escuchando a alguien, vale más tu sostén que tu respuesta inmediata. Que puedas hacer sentir a tu interlocutor sostenido y escuchado es uno de los mayores tesoros que puedes perseguir.

La curiosidad de un niño que ve el mundo por primera vez

Mira a quien tienes delante sin juicios, interésate por cómo vive, por cómo piensa, por cómo siente. Es una de las sensaciones más liberadoras, que suele ir acompañada de una actitud jugetona y alegre, interesada en acompañarle en «su locura» y ser partícipe de la historia que nos esté contando.

Siéntete libre de disfrutar el mundo como si fuera la primera vez que lo pisas. La mente se quedará a un lado por unos momentos, ahí no hay nada que juzgar. Solo disfrutar.

Una mirada de camaradería

Aunque no conozcamos de nada a esa persona, mirarle de una manera que sienta que está en un entorno seguro, ayudará a que tengáis una mejor conexión. Algunos lo llamarán compasión o «crear un entorno de confianza».

Haz que tu interlocutor se sienta cómodo, simplemente con cómo sostienes la conversación con la mirada. Puede ser una mirada cargada de ternura o amistad; al final todxs buscamos sentirnos queridos o aceptados por el otro.

002. Me ocupo de mi presente #bienestar
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Fotografía de Ashley Batz en Unsplash

Por Daniel Vázquez

Acompaño a personas y organizaciones a superar bloqueos creativos. Soy periodista, diseñador gráfico/web y coach. He creado un programa online para poder ir de copiloto en tu aventura como creador/x de contenidos, ayudarte si estás atravesando un burnout personal/profesional o aportarte algo de luz en épocas de cambio. Puedes seguirme en redes sociales: LinkedIn | Twitter | Instagram


       

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Una respuesta a «Cómo mejorar la presencia: esa capacidad de estar en el aquí y ahora (I)»

Aquí se han dicho varias de las cosas más importantes para relacionarnos los unos con los otros. Creo que voy a empezar la dieta de «menos bromas y más silencios». Gracias 🙂

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