A veces nos pensamos que la vida es beber cafés, beber contenidos, beber experiencias. Consumir hasta reventar. Llenar la taza hasta el límite, con contenidos que podemos asumir… O no.
Muchas necesidades que en algunos casos nunca se llegan a satisfacer. El eterno FOMO (Fear Of Missing Out -o en español: «Miedo a perderse las cosas»). Seguimos llenando.
Pero… ¿Vacías la taza?
Probablemente no necesites otro máster, otro curso, otra carrera. No obstante, las campañas de marketing de todos esos centros impactan a esa taza que siempre sigue llenándose, aprovechan esa sed 24h.
Y claro, te enganchas porque «el café que hacen está rico».
¿Puedes construir algo quitándote capas de todo lo que ya has aprendido?
Se puede nutrir el alma dejando de recibir estímulos indiscriminadamente y gratis.
Genera una burbuja de protección, de silencio.
Un momento en el que puedas sentarte e ir quitándote capas. Ponerte capas cuesta dinero, pero quitártelas es gratis.
Si has hecho un curso, deja que haya un espacio de integración al acabarlo. Y si lo estás haciendo, permítete momentos para desconectar y descansar para que la información se integre con la almohada.
Este vaciador de taza puede ser la meditación, ruido blanco, sentarte en silencio en un banco de un parque o cualquier otra actividad que te libere conscientemente o inconscientemente de todo el ruido que manejas en tu cerebro… Tú eliges el formato que te venga mejor.
Vaciar la taza también es renunciar.
Renunciar a cosas. En el plano físico, en el plano digital (suscripciones a newsletters, correos electrónicos, redes sociales) o en el plano mental (creencias).
Si entran peticiones nuevas, no respondas a todas.
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Lo siento, no tengo más sed. Ya he bebido suficiente.
Fotografía de Debby Hudson en Unsplash
Una respuesta a «Vaciar la taza»
Me gustan las tazas. Llenarlas, vaciarlas, lavarlas, secarlas y colocarlas de nuevo en su sitio de reposo. Gracias por tus reflexiones, Daniel.