Por mucho que existan personas convencidas de que no son creativas, pienso que eso es una vil mentira, de las peores de todas. Aquí lo que pasa es que les falta morro para hacer lo que realmente quieren.
Pero a lo mejor no porque no quieran echarle morro. Aquí puede haber miedos y dudas sobre las que trabajar.
Este es el segundo de los tres artículos de la serie:
«Némesis creativa (1): el miedo (2) y la dispersión (3)»
La actitud del mundo se podría dividir en creadores y espectadores:
Creadores
Personas que se atreven a ofrecer algo nuevo al mundo y a combinar elementos de lo que ya conocen para mejorar la vida de otras personas u optimizar recursos en el planeta (ya sea con personas, animales, otros seres vivos u objetos).
Aquí podemos encontrar a los creadores que también son espectadores y juegan a encontrar un equilibrio entre crear y consumir.
Podemos encontrar otro tipo de creadores que no están interesados en ser espectadores y no ven las noticias, no se involucran en lo que pasa a nivel global y se dedican a crear a su aire, sin referentes u otros elementos que les contaminen.
Por ejemplo: hay cantantes que no escuchan música de otros para componer sin contaminación. Supongo que deben obtener la inspiración de otros lugares.
Espectadores
Aquí podríamos incluir a los que miran y evalúan, pero no crean nada nuevo ni salen de lo que conocen o les funciona para mantenerse en la línea de flote. Es una posición cómoda, pero a veces me pregunto si es que están ahí por miedo a que rechacen sus creaciones (entre otros posibles miedos).
Hay espectadores que también crean y construyen sus propias comunidades en las que compartir con el mundo su visión.
Por lo general aquí encontraremos a bastantes personas, ya que hoy en día quien más, quien menos, consume redes sociales y contenidos en plataformas gratuitas y de pago.
La diferencia es clara, aunque es muy fácil pasar de una a otra y viceversa. Sin darte cuenta, estás contemplando y consumiendo pasivamente las creaciones de otro, pero en tu cabeza quieres cambiar el mundo y sigues ahí embobado.
Pues bien, yo quiero centrarme en el primer tipo, porque del segundo no hay mucho que contar: todos sabemos ver series, leer las noticias y criticar al vecino. ¿Dónde queda nuestro espíritu creativo y constructivo?
Hacer cosas está de moda desde hace un tiempo (algunos se hacen llamar makers o doers), ya no solo por supervivencia para conseguir pagar facturas, sino porque internet y el libre acceso de los ciudadanos a infinidad de recursos han contribuido a ello. Hoy en día, prácticamente cualquiera que lo desee puede acceder a poner su granito de arena y materializar su creatividad, a poco que tenga una conexión de internet y un dispositivo móvil desde el que poder empezar a crear (ya sea desde su perfil en redes sociales, utilizando comunidades existentes o creando una web propia).
Todo ser humano es propietario de una fuente de creatividad que en algún punto de su vida estaría bien que saliera a la luz.
Puede que en dicho momento exista un sector de la población que te pueda mirar mal por lanzarte a hacer algo que ellos no han hecho. Da igual, seguro que por otro lado te salen seguidores por haber tenido el valor de crear y compartir con los demás.
El problema está en el miedo: no creerse que uno pueda servir para hacer algo guay.
Esto es el pan de cada día: cada día encuentro muchas personas bloqueadas por sus propios miedos. ¿Cuáles tienes tú?
Llegados a este punto, una crisis o una pandemia puede ser entendida como una putada o como una bendición. Yo optaría más por lo segundo, ya que cuando las cosas se ponen feas es cuando sacas más fuerza para salir adelante y a lo mejor de una serie de fracasos anteriores, nace un nuevo imperio de huevos de oro.
Estamos en uno de los momentos de la historia en los que más falta hace contribuir con el planeta y sus habitantes y cuando más fácil es.
No importa si no has estudiado para ello ni si has trabajado previamente: ahora es cuando más recursos y conocimiento gratuitos hay para crear.
Y encima, no es necesario que aprendas a diseñar ni a programar. Con la corriente del No Code y la infinidad de opciones que nos ofrece el modelo del código abierto (en muchas disciplinas), es casi imposible que no le des a algo.
La creatividad no es solamente una fotografía bonita hecha con una cámara carísima o un diseño ganador de premios en el festival publicitario del momento: creo en la creatividad como una capacidad humana para pasar a la acción y aterrizar todo eso que pensamos y/o sentimos; además, se puede entrenar y permitir que cada vez esté más presente en tu vida.
Por eso, cada vez que alguien con quien hablo me dice que no tiene imaginación o no es creativo/a, sonrío y sé que en el fondo lo que pasa es que aún no ha descubierto sus talentos o sabe cuáles son pero no se atreve a salir fuera de casa con ellos en la mano «por si lo que sea».
Los Porsis:
Esa familia que nos visita cada día mentalmente y nos llena de ideas de dudosa calidad como:
«No lo hago por si me rechazan»
«No lo digo por si meto la pata y hablo sin saber»
«No llamo por si molesto»
«No voy por si me gusta demasiado y me engancho»
¡Qué agotamiento!
¿Con qué eras feliz en tu infancia?
¿Por qué dejaste de hacerlo?
Son dos preguntas que yo me suelo hacer de vez en cuando, para ver si puedo excavar algo y recordar mis puntos más creativos. A veces se nos olvida que todos y cada uno de nosotros tenemos la capacidad de cambiar el transcurso de nuestra historia.
De niños éramos esencia pura y no estábamos tan moldeados por la sociedad, la cultura, la familia y las obligaciones de la vida adulta.
Es por eso que suelo invitar a tirar del hilo por ahí, si veo que puede ser de ayuda para liberar la creatividad de alguien.
La creatividad está latente en muchas ocasiones y es lo que diferencia a cada persona de las demás.
Si quieres trabajar tus miedos, puedes hacerlo conmigo en este enlace 🙂
Es probable que tras haber creado cualquier chorrada te des cuenta de que los demás te aceptan mejor de lo que te pensabas que serías.
No hace falta ser diseñador, escritor ni actor para ser creativo/a: puedes ser comercial o estar en el paro y crear maravillas para el mundo, en vez de ser un mero espectador de la película de tu vida que pasa por delante de tus ojos.
Lo importante es que te lo creas y que dejes que eso que tu cabeza está dando vueltas en el espacio aéreo mental aterrice.
No hay que superar a nadie, simplemente hazlo por ti.
Vale… Muy bien, ¿y?
Te invito a que puedas observar cómo llevas la balanza entre crear y consumir.
- ¿Cómo está tu creatividad?
- ¿La estás canalizando de alguna manera?
Si la respuesta es negativa, sería interesante que miraras a tu alrededor y pienses cómo podrías mejorar en este sentido.
Sácate unas horas al día para dejar de ser un mero espectador de la vida y aportar tu granito de arena. No tiene que ser necesariamente creando un producto o un proyecto: puedes canalizar tu creatividad cantando, tocando un instrumento, cocinando o haciendo deporte, por ejemplo.
Unas horas para expresar lo que llevas dentro.
Aparcando el miedo un rato.
Estás contigo y estás a punto de practicar sin que te vean. Prueba a ver qué pasa.
Si quieres escuchar a Eva Álvarez, CEO y Socia Fundadora de Misstake (Escuela de creatividad para no creativos), hablando sobre creatividad, miedos y sensibilidad, te recomiendo el episodio 1×03 del podcast.
Fotografía de Daniel Vázquez