¿No te ha pasado alguna vez que ves una creación de alguien y te surge un sentimiento de envidia que está en el límite entre lo sano y lo tóxico? Por un lado es un «Joder, me encantaría haberlo hecho yo» y por otro puede ser un poco de mirar por encima, pensando que «lo ha hecho con la gorra» y no queriendo aceptar el valor real de su creatividad. Quitándole mérito, creyendo que tú podrías haberlo hecho mejor.
«Mejor hecho que perfecto»
Tenemos envidia de lo que otros tienen o hacen y nosotros no. Por ejemplo, cuando vemos a alguien que no tiene bloqueos creativos y crea libremente, podemos llegar a pensar que «nunca seremos como Fulanito». Pero te cuento un secreto: puedes, si dejas de mirar con los ojos sucios las creatividades ajenas y dejando de hacerle tanto casito a tu síndrome del impostor.
Uno de los primeros pasos para esto es reconocer que tienes envidia de lo bien que lo hacen otros. No guardártela para dentro. Reconocer que tú no has podido hacerlo y otro lo ha hecho.
Otra que me gusta mucho es esa de: «¡Esa idea la tuve yo!». Pero… La ha ejecutado otro que no tuvo el bloqueo creativo que tuviste tú, por H o por B.
Las envidias por plagios están a la orden del día, pero… Hay ideas que no son propiedad de nadie, y muchas veces registrando ideas uno puede llegar a patentar ideas que forman parte del imaginario colectivo, que… ¿Quién no te dice a ti que a alguien que ni te conoce y que vive en la otra punta del planeta, pueda llegar solo o con su equipo a esa misma conclusión? ¿Quién eres tú?
En definitiva, el ego es malo para todo este tipo de cosas. No somos mejores por ser creativos o tener más premios que el vecino. Simplemente, estuvimos ahí cuando hubo una oportunidad o la fuimos persiguiendo picando piedra hasta que un día sonó la tecla del éxito. Las buenas ideas las puede tener cualquier empleado en cualquier escalón de la empresa.
Desde la recepcionista hasta el más alto directivo.
Otra cosa es que se valoren las ideas de todos por igual.
La meditación puede ayudar
Uno de los beneficios de la meditación es que nos hace desapegarnos de las propias ideas de nuestra mente, esencial en esto. Muchas veces le hemos cogido tanto cariño a nuestra mente y a todo lo que pasa por ella, que cuando algo no coincide con lo que tenemos en nuestro sistema operativo, saltamos.
Escribir un diario cada día con ideas por la mañana (lo primero que se te ocurra) puede ayudar a generar un brainstorming tan potente que no puedas apegarte a todo lo que él contiene. Necesario limpiar para poder crear desde la no-mente.
Muchas ideas que aparecen una vez por tu cabeza no son buenas, y está bien dejarlas en barbecho durante un tiempo. Volver a ellas tras un periodo de reposo creativo te hará poder valorarlas de manera menos desapegada y comprobar si en ese periodo ha habido algún cambio (alguien la ha ejecutado o ya no nos parece tan buena).
Uno de los mejores antídotos: celebrar la creatividad ajena
Pero sobre todo, uno de los mejores antídotos contra la envidia creativa es celebrar la creatividad de los demás. Para llegar a ese punto con sus creaciones también han tenido que pasar por su calvario creativo de algún modo, no sabemos qué ha involucrado el proceso creativo para ellos.
Fotografía de Pro Church Media en Unsplash