Probablemente este post se convierta en impopular desde ya, pero no quería dejar de comentar este fenómeno que veo por todas partes.
Abro Twitter, y quejas por todas partes. Abro Linkedin, quejas por doquier. Abro Facebook, y tres cuartos de lo mismo. Parece ser que Instagram es todo lo contrario, un lugar para alabar y mostrar la cara divertida y bonita de la vida… Y los demás sitios, repositorios de quejas al más puro estilo Asco de Vida.
¿Te definirías como una persona destructiva o constructiva?
Yo, en mi caso, he tenido muchísimos momentos de queja en mi vida, y seguro que los seguiré teniendo, dicen por ahí que «el que no llora, no mama»… Pero me considero una persona constructiva, que si doy feedbacks o comparto información con los demás, intento aportar mensajes luminosos.
Aquí es donde viene mi duda de si tanta queja se podría considerar «tóxica», ya que contamina las mentes de los demás y les sesga a pensar como ellos y a intentar ponerse de su lado y llorar juntos frente al muro de las lamentaciones… O si realmente es que hay personas que no pueden evitarlo.
Quiero pensar que es algo que se puede mejorar. Con fuerza de voluntad, eso sí.
Uno de los grandes aprendizajes que tuve en mis cinco años de formación como coach fue que para dar feedback a alguien y que realmente sea un buen feedback, hay que dar varios feedbacks positivos por cada feedback negativo (o de mejora).
Otra fórmula que existe es la técnica del sándwich o de las 3K’s: Kiss, Kick Ass, Kiss Again:
- Empieza con un halago, un comentario positivo, o mencionando algo que la otra persona hace de manera adecuada para que se relaje.
- Continúas con la «crítica» señalando lo que te gustaría que mejorara, pero sin llegar a herir a la persona. Normalmente el feedback se da a los comportamientos, no a las personas, ya que de esta segunda manera, puedes contribuir a potenciar traumas existentes de la persona o crearle alguno nuevo según cómo tenga el día.
- Acabas con una llamada a la acción para aprender, para corregir o para mejorar. Usa palabras de ánimo y confianza para que no se sienta tan decepcionado por lo que acaba de escuchar.
La moraleja es que intentemos cerrar un poco la persiana del departamento de quejas y le demos un poco de tregua a la crítica, pudiendo agradecer lo que sí se está haciendo bien.
Tampoco hace falta convertirse en Mr. Wonderful en esta transformación, es más bien una cuestión de encontrar el punto medio de la asertividad. Ni Freddy Krueger ni Mi Querido Pony.
¿Cómo podrías empezar a cambiar el horario de tu departamento de quejas?
Fotogtrafía de Ninety Eyes en Unsplash